Parecía que nunca iba a suceder, o que faltaba mucho, pero ocurrió a finales de Febrero: Después de varios días concienciándome de ello, me senté para no levantarme sin acabarme de una vez por todas este juego.
The Legend of Zelda, el primero de todos, originalmente para NES en 1986, que he podido jugar en mi 2DS porque se puede comprar vía eShop por 4,99€. Desde bien pequeñita yo he sido muy fan de la saga, comenzando por el Ocarina of Time de la N64, envidiando a todos mis compañeros de clase que tenían una GBA para jugar a los Oracle, y continuando con el A Link to the Past y el A Link Between Worlds. No podiendo jugar a los juegos de la Wii, me decidí por volver al origen de la saga, para descubir cómo comenzó todo, para poder decir que lo he jugado, pero, aunque ya me había enfrentado a retos como el primer Megaman y Castlevania, no imaginaba esta locura.
El argumento no es ninguna sorpresa: Para proteger el sagrado Triforce del principe de la oscuridad, Gannon, la Princesa Zelda divide una de sus piezas en 8 fragmentos antes de ser capturada. ¿Nuestra misión? Reunir estos fragmentos para reconstruir la pieza e ir a salvar a Zelda. La dificultad, sin embargo, es una auténtica pesadilla. De verdad. La dificultad de este juego se ríe a carcajadas de todos nosotros porque está bien claro que se hizo apropósito para que el jugador compre la guía del juego, porque las pistas que se te dan dentro del juego son más bien escasas, no mas comenzar se te otorga tu primera espada y se te deja sólo y sin más diálogos en el mundo de Hyrule, por lo que, encontrar la primera mazmorra sin guía es una casualidad, pero es que el resto de juego, sin guía, es mucho más que un reto, prácticamente imposible, como mínimo, tienes que consultarla para saber dónde están las mazmorras, muchas de ellas ocultas a la vista. Aún así, la dificultad llega más allá, aunque conforme avanza la aventura tengas acceso a mejores armaduras y espadas, tu equipo inicial y la inexperiencia hace del principio de la aventura algo muy complicado, y las mazmorras, aunque con mapa, tienen cantidad de pasillos secretos y paredes detonables, así como ítems clave que puedes dejarte olvidados perfectamente, y jefes que, por cierto, se repiten. Para acabar, puedes ver cuántas veces has muerto al cargar tu partida. Jodido. Desesperanzador. Y muchas veces irritante, y no os imagináis hasta qué extremo.
Teniendo la posibilidad de hacer guardados rápidos en la Virtual Console, el juego debería de ser mucho más fácil (Yo me reté a no usarlo, pero la mazmorra final me fue demasiado, y lo que no me libró de mis más de 130 muertes), cierto, aunque eso no te quita la frustración de ciertas salas de mazmorras plagadas con enemigos, algunos de ellos con la capacidad de teletransportarse a cualquier lugar de la sala al azhar, otros capaces de quitarte tu escudo mágico y, peor aún, no devolvértelo jamás, por lo que te toca ahorrar 130 rupías para volverlo a comprar. Y esta última mención no es la única diferencia de gran importancia que he encontrado con juegos posteriores, las flechas, por ejemplo, parecían que no se consumían hasta que me acabé el dinero, sí, es como si Link hiciera descargas digitales por una rupía cada vez que dispara una condenada flecha que, por cierto, necesitarás para derrotar a Gannon. Botellas donde guardar hadas, tampoco, aunque eso ya lo sufrí en el Oracle of Ages.
Y aún así, no todo son cosas malas, porque algo debe de tener el juego para que aguantara tanta tortura, tantas muertes, tanto ahorrar para comprar pociones y escudos, o tanto salir y entrar de las mazmorras para conseguir corazones, porque esa es otra, si mueres fuera de la mazmorra apareces justo donde comienza la aventura, por lo que te toca volver a buscar la puñetera mazmorra, y hay algunas que sabiendo dónde estaban me perdí de camino a ellas. No estoy hablando precisamente del apartado gráfico, que muchas veces hería a la vista, que por una parte comprendo la limitación de la consola, aunque estamos hablando de la misma consola en la que se jugó el Megaman, publicado 3 años después. Quizás tenga mucho que ver la soundtrack, desenfadada, mucho más que conocida, que aunque te hartes de escuchar el Overworld Theme, cada vez que comienza no puedes remediar esbozar una sonrisa, o cuando Menu Theme te hace cerrar los ojos para salir mentalmente del juego un momento antes de continuar. ¿Tema estrella? Title Theme, sin dudas, digno de ser el tema del primer juego de esta saga.
Es otra cosa, la que quizás me haya empujado a seguir, a parte del orgullo, y es, me parece, la clase de historia que se narra, la historia de un héroe con una misión que cumplir, con un mundo que salvar y una princesa que rescatar, con tantos peligros y amenazas que le harán la vida imposible, con tantos quebraderos de cabeza buscando al Jefe de la mazmorra, y con muchos misterios innombrables por desvelar. Una leyenda de Fantasía Épica protagonizada por nosotros, que en el juego nos encarnamos como el pequeño y torpe Link, a quien sin lugar a duda se le ha impuesto un reto que le viene grande.
Con poco más que decir de este juego tan particular, creo que es la primera vez que puedo decir que no se lo recomendaría a nadie que no estuviera dispuesto a aceptar un reto de los grandes al que le deberá echar mucha paciencia, en el que el hecho de derrotar a un Jefe sabe a gloria porque es sinónimo de no tener que volver a hacerte esa mazmorra, de verdad, es el juego de la saga que menos he disfrutado, y el A Link to the Past tiene una dificultad comparable (o al menos de los juegos de la saga que me he jugado yo pensé que era el más difícil antes de jugar esta entrega) y se pelea con el Ocarina of Time en mi ranking personal de favoritos, y es que esta entrega del Zelda carece de tantos elementos, desde NPCs entrañables hasta, bueno, es que no hay un puñetero pueblo, el mundo de esta historia no tiene más que mazmorras y cuevas donde se ocultan los vendedores, cada uno de ellos más ladrón que el anterior. Eso sí, puedo decir con orgullo que yo me he pasado el primer The Legend of Zelda.
Es otra cosa, la que quizás me haya empujado a seguir, a parte del orgullo, y es, me parece, la clase de historia que se narra, la historia de un héroe con una misión que cumplir, con un mundo que salvar y una princesa que rescatar, con tantos peligros y amenazas que le harán la vida imposible, con tantos quebraderos de cabeza buscando al Jefe de la mazmorra, y con muchos misterios innombrables por desvelar. Una leyenda de Fantasía Épica protagonizada por nosotros, que en el juego nos encarnamos como el pequeño y torpe Link, a quien sin lugar a duda se le ha impuesto un reto que le viene grande.
Con poco más que decir de este juego tan particular, creo que es la primera vez que puedo decir que no se lo recomendaría a nadie que no estuviera dispuesto a aceptar un reto de los grandes al que le deberá echar mucha paciencia, en el que el hecho de derrotar a un Jefe sabe a gloria porque es sinónimo de no tener que volver a hacerte esa mazmorra, de verdad, es el juego de la saga que menos he disfrutado, y el A Link to the Past tiene una dificultad comparable (o al menos de los juegos de la saga que me he jugado yo pensé que era el más difícil antes de jugar esta entrega) y se pelea con el Ocarina of Time en mi ranking personal de favoritos, y es que esta entrega del Zelda carece de tantos elementos, desde NPCs entrañables hasta, bueno, es que no hay un puñetero pueblo, el mundo de esta historia no tiene más que mazmorras y cuevas donde se ocultan los vendedores, cada uno de ellos más ladrón que el anterior. Eso sí, puedo decir con orgullo que yo me he pasado el primer The Legend of Zelda.
Este diseño de Link es lo más entrañable del juego. |
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