Ecco the dolphin, desarollado por Novotrade para Mega Drive en 1992 es, hasta la fecha, el juego más difícil que he jugado en mi vida. Pero difícil nivel "no hay manera de pasarme esto sin hacer un guardado rápido", y lo estoy diciendo yo que cuando me jugué el primer Zelda sólo hice un guardado rápido delante de Ganondorf por si acaso y que al final no me hizo falta.
¿De qué trata Ecco the dolphin? Ecco es un delfín, con unas preciosas marquitas en su cabecita que parecen estrellitas, que vive con su familia en el océano. Todo es muy lindo y precioso hasta que, mientras Ecco está dando saltos de delfín sobre las olas, aparece un amenazador huracán de la nada que absorbe a todos los pececillos de la zona... Incluyendo a la familia de Ecco. Así comienza la más grande de las pesadillas.
Por supuesto, Ecco se irá encontrando con otros delfines que le intentarán ayudar, pero nadie sabe nada de su familia, por lo que Ecco deberá encontrar a la más sabia criatura del mundo marino, Big Blue, la ballena, cuyas canciones resuenan desde allá donde descansa. Lejos estamos todos de imaginar la verdadera naturaleza de esta desgracia y los lugares lejanos a los que llevará a Ecco esta odisea marina.
De esta manera, el juego está dividido en pantallas a las que se accede con contraseña, por lo que no hay puntos de guardado o checkpoints. Nos encontramos en un juego puro y duro de laberintos en los que tendremos que encontrar una llave, representada por un cristal sobre el que deberá rebotar el cántico del delfín, para abrir pasillos bloqueados por otros cristales. Generalmente, cada laberinto tiene un par de cristales que deberemos desbloquear y sus respectivas llaves escondidas.
Todos los factores juegan en nuestra contra porque, sí, lo habéis adivinado: son laberintos submarinos y nuestro delfín necesita respirar. No sólo eso, absolutamente todas las criaturas marinas pretenden acabar con la vida del dulce Ecco: están las medusas, los tiburones de varias clases, los pulpos enormes, el caballito de mar gigante, los malparidos de los trilobitos que es sin lugar a dudas el peor enemigo de Ecco, y la lista sigue. Además, para resolver estos laberintos, tendremos que tirar mano (o aleta) de todo lo que encontremos en el fondo del mar. Nos tendremos que ayudar de pesadas piedras para vencer las corrientes, y abrir conchitas para comer o encontrar bolsas de aire estratégicamente situadas.
Pero no todo son tropiezos y caídas en la aventura de Ecco, pues en varios escenarios encontraremos delfines que necesitarán de la ayuda de Ecco y nos recompensarán con pequeños poderes que nos ayudarán a sobrellevar las duras pruebas que nos depara el océano, como un sonar más potente que aletargue a las medusas, por ejemplo, y en ocasiones aprenderemos canciones que nos permitirán pedir ayuda. También, conforme avance la aventura, encontraremos que algunos de los cristales que por los laberintos nos concederán unos segundos de invencibilidad y nos recuperará los puntos de vida y de oxígeno.
En cuento a los controles, a parte del pad y el botón de pausa, sólo necesitaremos tres botones para realizar las acciones de Ecco, uno para realizar los cánticos que servirán para comunicarnos con otras criaturas abiertas al diálogo y realizar resonancias en los laberintos para desvelar fragmentos del mapa, otro para controlar el aleteo de Ecco cuando luche contra las mareas y corrientes o dar bonitas piruetas en el aire, y un último botón para coger velocidad y atacar con su hocico. Valiosa sencillez.
Siendo un juego tan complicado como os he avanzado al principio, con momentos especiales de los que te hacen tirar el mando al suelo y gritarle al monitor, os preguntaréis qué me ha hecho reanudar mi partida después de un año largo largo sin tocarlo. Aquí va mi respuesta.
Los gráficos del juego son, primero, completamente diferente a lo que había jugado hasta la fecha, y segundo, una preciosidad. Me gustaría incluir un montón de screenshots de los que he ido tomando pero en su lugar, os he grabado la intro y el primer escenario para que lo degustéis:
Se tratan de unos gráficos suaves, sin esquinas ni negros, y muy detallados, muy agradables a la vista. Y es que, a excepción de un par de enemigos que se mimetizan con las rocas del fondo con el propósito de atacarte por sorpresa, la imagen en pantalla se lee sin dificultades.
Pero lo más notable y el verdadero tesoro de este juego es su maravillosa soundtrack. Hace años que me compré este juego en Steam, hace años que lo pausé y me costó mucho tiempo reanudarlo, y durante todo este tiempo he estado escuchando la soundtrack. Simplemente, me parece hipnótica, la oigo y, aunque me recuerde a ciertos momentos difíciles del juego, es ese tipo de música que podrías estar escuchando siempre. Sin lugar a dudas, en el fondo del mar se escucha esto. Como canciones destacables, Open Ocean marca un antes y un después en la aventura de Ecco, y The Vents fue el momento en que caí enamorada de esta obra.
Y es que mi relación con Ecco the dolphin es de amor y odio. Me encanta todo en este juego, desde los plot twists loquísimos que llevan a Ecco a viajar a lugares (y tiempos) insospechados hasta su tremenda dificultad, pero, odio tener que decir que en los tres de los últimos stages me fue imposible avanzar sin realizar guardados rápidos, y eso pesa en mi conciencia lo suficiente como para jurarme a mi misma que, algún día, volveré a jugar a Ecco the dolphin y lograré hacerme el juego completo sin necesidad de esa ayuda extra tan valiosa.
Es difícil recomendar este juego por todo lo comentado anteriormente, pero podéis encontrarlo en la colección de SEGA Mega Drive & Genesis Classics como DLC en Steam por menos de un eurete y, aunque no os convenza, os animo a que le echéis un ojo a la colección de clásicos de la Mega Drive, porque está lleno de preciosas joyas tiradas de precio.
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